El Rottweiler es una de las razas más antiguas, con orígenes que se remontan al Imperio Romano. Se cree que desciende de los molosos romanos, perros fuertes y resistentes que acompañaban a los ejércitos romanos para proteger el ganado y asistir en la guerra. Estos perros cruzaron los Alpes con las legiones romanas y se establecieron en distintas regiones, incluyendo el sur de Alemania. En la ciudad de Rottweil, en el estado de Baden-Württemberg, estos perros comenzaron a ser cruzados y criados para tareas específicas, especialmente como perros de pastoreo y guardianes de ganado. De ahí proviene su nombre: “Rottweiler Metzgerhund” o “perro de carnicero de Rottweil”, ya que también ayudaban a los carniceros a transportar carne y dinero, protegiendo ambos de ladrones. Durante siglos, el Rottweiler fue esencial para el comercio local, pero con el avance del transporte moderno y el declive del pastoreo, su uso original disminuyó. Sin embargo, su inteligencia, fuerza y lealtad hicieron que se adaptara rápidamente a nuevos roles. En el siglo XX, el Rottweiler fue adoptado como perro policial, militar y de rescate, destacándose por su valentía y capacidad de entrenamiento. Hoy en día, es una raza apreciada tanto por su trabajo como por su papel como mascota protectora y afectuosa, aunque requiere una socialización y educación adecuadas debido a su temperamento fuerte y protector.